sábado, 11 de julio de 2015

A JURO

La doñita llega al café, el barista la mira, la analiza y seguro se da cuenta que es una mujer enamorada, de esas que destilan poesía cuando habla. La doñita confía en que el barista le haga un café decorado, de esos que enamoran.

El barista se ensaña, el barista tiene en la mira a la doñita y descargará en ella todas sus frustraciones, el barista ese día vengará en la doñita cada cliente prospecto de asesinato que se sienta en la barra, entonces a drede y sin compasión le envía el café con... una ramita.

¡UNA RAMITA! La doñita cuarentona acaba de perder todas sus ilusiones, el café no trajo corazón.

¡Barista, Barista! a mi amiga si le puso un corazón, porque la amiga, de esas que no son amigas nada, le ha tendido una trampa. El barista será quien en adelante le rompa las ilusiones.

Sin embargo, cada día la doñita iba al café para pedir amor a juro.

Total, el #amelilove el cliente siempre tiene la razón.

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